La Iglesia de San Cipriano, y el mirador del Duero
Siglo XII
La construcción de la Iglesia de San Cipriano se inició en la primera mitad del siglo XII, con cabecera triple de testero plano cubierta con bóvedas de cañón, de medio punto las laterales y apuntada la central. Inicialmente se alzó con tres naves de la que sólo ha conservado una. Sobre el ángulo suroeste se eleva la torre, coronada por enhiesto chapitel de pizarra, con grandes ventanales rasgados en su cuerpo superior y hornacina apuntada en esquinazo. Existe una inscripción de 1093 aludiendo a las obras de un templo advocado a San Andrés, rematado por los maestros Sancho, Ildefonso y Raimundo y la ayuda del concejo, además de un par de arcaicos crismones.
Tanto en la cabecera como en el muro meridional fueron engastados diferentes relieves reutilizados, de origen incierto, de entre los más antiguos del románico zamorano -el apóstol San Pedro, las Marías ante el sepulcro, el sacrificio de Isaac, el herrero Vermudo, Daniel en el pozo de los leones o una bestia apocalíptica de siete cabezas-.
El Baptisterio y la sacristía sirvieron originalmente como capillas funerarias. Conserva algunos restos pictóricos que datan de época gótica. La cubierta de madera, que apoya sobre arcos perpiaños, data de 1975
En los alrededores de la Iglesia de San Cipriano se halla el Mirador de San Cipriano, uno de los miradores de la ciudad con mejores vistas sobre el Río Duero.
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Quizá su mala estructura o algún desastre obligó, poco tiempo después de hecha, a reformarla con estilo apenas evolucionado de lo románico, y luego ha seguido sufriendo menoscabos y alteraciones, que la desfiguran toda. De lo primitivo se conserva, sin embargo, el testero, con tres capillas semejantes a las de Santo Tomé, pero más deterioradas y sin contrafuertes. (Manuel Gómez Moreno, Catálogo Monumental de España. Provincia de Zamora (1903 – 1905), 1927)