La Iglesia de San Pedro y San Ildefonso y los caballeros cubicularios
Siglos XII – XIII, XV – XVII
La Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, con aparatosa cabecera de triple ábside semicircular, cuenta con una magnífica portada a mediodía que remata en arquería ciega e imita la catedralicia del Obispo, con derroche de primorosas dovelas lobuladas. El interior revela el mecenazgo del cardenal zamorano Meléndez Valdés (1496), que modificó completamente las tres naves tardorrománicas de cuatro tramos sobrealzando la caja de muros, construyendo nuevos pilares sobre los que apoyan unas portentosas bóvedas, trabando contrafuertes más potentes y trazando un gran arco escarzano en el tramo presbiterial para presentar las reliquias de San Ildefonso, que se supone fueron traídas a la ciudad por los mozárabes toledanos durante la repoblación en la época de Alfonso III el Magno, y de San Atilano, primer obispo de Zamora. La significación de San Ildefonso provocó insistentes demandas por parte del poderoso cabildo primado de Toledo reclamando sus restos. Este hecho hizo que se constituyera, en el siglo XV, la Real, Muy Antigua e Ilustre Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano, para custodiar sus cuerpos, de la que el párroco-arcipreste de la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso ostenta estatutariamente el cargo de prior.
Muchos años después, en el siglo XVIII, la remodelación amenazaba con hundir los exhaustos muros. Fue entonces necesario trazar arbotantes hacia el sur, un estribo calado en el ángulo noroccidental y socalzos a los pies (obra de Valentín Antonio de Mazarrasa, según dictamen de Joaquín de Churriguera y José de Barcia), al tiempo que se alzaba una nueva portada occidental con robusta complexión heráldica y un nuevo cuerpo de campanas sobre la vieja torre medieval. La portada septentrional, que ciega la románica, data de 1796 y es obra de Pedro Castellote, La capilla barroca de la Inmaculada, dotada por Gabriel López de León y diseñada por Juan de Setién Güemes, cuenta con yesería de Felipe Berrojo y labor escultórica de Alonso Fernández de Rozas.
En el interior de la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso destaca el sepulcro (siglo XVI) de Pedro de Ayala y Juan de Ayala de Mella, atribuido al círculo del escultor hispanoflamenco Gil de Ronza. Está ubicado en el ábside lateral derecho de la iglesia y es un sepulcro de tipo arcosolio, encastrado en un lucillo, con arco apuntado pometeado, que acoge la figura yacente de Pedro de Ayala. En el muro del fondo aparece, en altorelieve, Juan de Ayala de Mella de perfil, en actitud orante.
También destaca en la bóveda del ábside lateral derecho de la Iglesia de San Pedro y Sal Ildefonso un mural al temple representando a Santa Catalina enmarcada por una arquitectura clasista, sostenida por dos querubines.
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Toledo trató también de recobrar el cuerpo de su Santo Arzobispo [Ildefonso] reclamándolo por justicia: mas no logró vencer en el pleito; consiguió luego un Breve de 4 de mayo de 1594 dado por Clemente VIII para que se le entregase aquel; mas ni aún con esto se consiguió. Los Reyes Católicos, a petición de Toledo, mandaron en otra ocasión que al menos se le cediese alguna reliquia, pero el concejo de Zamora en muy sentida y discreta contestación, cuya copia tengo, y no inserto por no hacer más largo este artículo, se disculpó y no se logró el objeto de los toledanos. (Ursicino Álvarez Martínez, Zamora Ilustrada (1882))