Iglesia de Santiago el Viejo

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La Iglesia de Santiago el Viejo, o de los Caballeros

Siglos XI – XII

Iglesia de Santiago el Viejo
Iglesia de Santiago el Viejo. Capiteles zoomórficos.

La Iglesia de Santiago el Viejo es una humilde iglesia de nave única, tramo recto presbiterial y ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera, que se alza en la zona de la vega, al oeste de la ciudad y a la sombra del castillo. Es tradición popular que aquí, en esta Iglesia de Santiago el Viejo, fue armado caballero don Rodrigo Díaz de Vivar por lo que también se la conoce con el nombre de Iglesia de Santiago de los Caballeros. Lo más destacado de este sencillo testimonio románico, que tuvo cubierta abovedada venida abajo, son los enigmáticos capiteles de arco triunfal doblado y los que configuran el tramo aledaño a la cabecera. Los canteros, que algo recuerdan a los motañeses (Castañeda, Santillana del Mar y Cervatos), tallaron aquí marañas de pájaros afrontados, felinos, culebras, toscos bóvidos y figuras antropomórficas simiescas atadas por sus cuellos y cinturas, como si fueran un revoltijo de saltimbanquis y volatineros circenses que al prestigioso historiador Manuel Gómez Moreno le resultaban incomprensibles y bárbaras

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—¡Afuera, afuera, Rodrigo, el soberbio castellano!
Acordársete debría de aquel buen tiempo pasado
que te armaron caballero en el altar de Santiago,
cuando el rey fue tu padrino, tú, Rodrigo, el ahijado;
mi padre te dio las armas, mi madre te dio el caballo,
yo te calcé espuela de oro porque fueses más honrado;
pensando casar contigo, ¡no lo quiso mi pecado!,
casástete con Jimena, hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros, conmigo hubieras estados;
dejaste hija de rey por tomar la de un vasallo.
En oír esto Rodrigo volvióse mal angustiado:
—¡Afuera, afuera, los míos, los de a pie y los de a caballo,
pues de aquella torre mocha una vira me han tirado!,
no traía el asta hierro, el corazón me ha pasado;
¡ya ningún remedio siento, sino vivir más penado!
(Romance XIII en que Doña Urraca recuerda cuando el Cid se criaba con ella en su palacio en Zamora, Flor Nueva de Romances Viejos, ed. de Ramón Menéndez Pidal, 1928, nº 100)