Miranda do Douro

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Miranda do Douro, la Andorra portuguesa

Las posibilidades defensivas de los escarpes arribeños sobre el Río Duero se aprovecharon para fundar la ciudad de Miranda do Douro. Esta población lusitana es un enclave de larga historia. Ya en el año 1286 el rey de Portugal Don Diniz la amuralló y fortificó, y en 1545 se instauró su obispado, transformándose entonces en el centro cultural y económico de la región portuguesa de Trás-os-montes.

Su catedral adquiere especial relevancia en el entorno medieval de la ciudad. Diseñada en un noble estilo renacentista, su fachada posee dos potentes torres enmarcando una portada entre columnas. En su interior, de tres naves separadas por pilares, sobresale el retablo principal, obra de los vallisoletanos Juan de Muniategui y Tomás Velázquez como ensambladores, y de Gregorio Fernández como escultor cuyas obras más destacadas son la Asunción y el Calvario. Pero la más célebre es el Menino Jesús de Cartolinha, una pequeña estatua vestida con ropas y sombrero al estilo del siglo XVII. Según la tradición popular representa al Niño Jesús quién se apareció, animando a los mirandeses, en alguna de las ocasiones en que fueron sitiados por el ejército español, bien en la Guerra de la Independencia de 1640 o bien en la Guerra de Sucesión Española de 1710.

Miranda do Douro
Miranda do Douro

Dentro del pueblo también se puede visitar las ruinas del palacio episcopal, diversas iglesias barrocas, el completo cerco de las murallas y los restos del castillo.

En 1762 la violenta explosión de un polvorín destruyó gran parte de la ciudad, causando una elevada mortalidad entre sus habitantes. Miranda do Douro nunca pudo reponerse de este desastre. La población descendió paulatinamente entrando en una profunda decadencia, pues hasta el obispo trasladó su sede a Braganza. Actualmente Miranda do Douro goza de un renovado brío debido al turismo y al comercio textil.


La capital comercial de Trás-os-Montes se llena cada fin de semana de visitantes atraídos por los mejores precios. El café y los tejidos, tradicionalmente más baratos que los españoles, han permitido extender la influencia de Miranda do Douro por una amplia zona que abarca Zamora, Salamanca y Valladolid.