Palacio de los Condes de Alba y Aliste, el Parador
Siglo XVI
La construcción del Palacio de los Condes de Alba y Aliste se debe a doña Teresa Enríquez de Luna, madre y tutora del tercer conde de Alba, Diego Enríquez, quien compró en 1505 unas casas en la Rúa de los Francos para convertirlas en residencia principal del mayorazgo. La adquisición resultó factible gracias a la dote matrimonial de Leonor de Toledo, hija del segundo duque de Alba. El suntuoso edificio inició su construcción en 1514 y permitió aislar el inmueble en una gran manzana rodeada de espacios abiertos. El gran patio central, de planta cuadrangular, es un encantador espacio plateresco cuajado de arcaísmos gotizantes que se alzó hacia la tercera década del siglo XVI. Presenta dos órdenes de galerías que apoyan sobre basas ochavadas, fustes graníticos y arcos carpaneles. En los salmeres se tallaron hermosos medallones con bustos de personajes de la antigüedad clásica, el Antiguo Testamento y la España Medieval.
El Palacio de los Condes de Alba y Aliste también conserva la escalera principal, embutida en la crujía meridional y ornada con motivos de progenie lombarda en sus arcos escarzanos, pretil y mirador. Tras sufrir un fuerte incendio en 1653 y el abandono consiguiente, fue adquirido por el duque de Frías y Brezas para ser convertido en correccional de mujeres arrepentidas, niños expósitos y ancianos en 1797. En 1966 fue transformado en Parador Nacional de Turismo.
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Hay una clara intención de construir un “templo de la fama” donde se expresen con claridad, y utilizando comparaciones con la antigüedad, las diferentes virtudes que adornaban a los habitantes del edifico o a su linaje. En este caso se incide a través de la heráldica en las relaciones de los condes con algunas de las casas más poderosas del momento, y en el carácter militar del fundador del estado de Alba de Aliste y sus sucesores. (Luis Vasallo Toranzo, Zamora, en Casas y Palacios de Castilla y León, dir, de Jesús Urrea, 2002)